Por Marcio Pérez
El 26 y 27 de marzo de 2022, en el auditorio del Instituto Superior Público Bilingüe de Yarinacocha, la organización indígena Consejo Shipibo Konibo Xetebo (COSHIKOX) convocó a su Tercera Cumbre Shipibo–Non Ani Tsinkiti. Allí se prometió la elección “democrática y universal” de una nueva junta directiva para el periodo 2022–2027. Sin embargo, tras la victoria de la lista encabezada por el abogado indígena Demer Gonzáles, la directiva saliente desconoció los resultados, alegando “irregularidades” y anulando el proceso. Lo ocurrido abrió un nuevo capítulo en las tensiones que atraviesan la política indígena de Ucayali, con acusaciones de manipulación, vetos arbitrarios y un trasfondo de alianzas con organizaciones externas como el Shipibo Conibo Center (SCC) de Nueva York.
Cartografía de la política indígena de Ucayali
El 10 de septiembre de este año, el profesor shipibo Lener Guimaraes publicó en su página Facebook un texto titulado “Alianzas para resistir, coexistir y defensa de nuestro espacio de vida”. Según explicó, se trataba de una respuesta explícita a nuestro artículo “Arte indígena, poder y territorio”. En su publicación, Guimaraes —director del colegio de la comunidad nativa Flor de Ucayali— acusó a nuestro medio de presentar información sesgada, señalando que “el autor intelectual de este [artículo] es un anti indígena, un discriminador disfrazado, un manipulador”. El texto culminaba defendiendo con énfasis el rol del SCC de Nueva York en las luchas indígenas.
Esto nos llevó a preguntarnos: ¿por qué, si tantas voces shipibo-konibo expresan sospechas sobre el SCC, Guimaraes lo defiende con tanto entusiasmo? Según nuestra información, él habría sido llevado por el SCC al congreso SALSA 2023 (Sociedad para la Antropología de las Tierras Bajas de América del Sur), realizado en Leticia (Colombia). En los registros oficiales de este evento, Guimaraes aparece como integrante del Consejo de la Multiversidad Baakish May, institución pedagógica del SCC ubicada en Yarinacocha. Así, mientras acusa nuestra supuesta parcialidad, el profesor omite que su texto era una defensa a la organización de la cual es miembro activo.
Estas contradicciones sobre alianzas y lealtades nos motivaron a investigar al Consejo Shipibo Konibo Xetebo (COSHIKOX), el principal aliado del SCC en la región. Nuestro propósito es aportar transparencia, señalar posibles irregularidades y ofrecer a las comunidades información que les permita discernir entre quienes realmente fortalecen las luchas colectivas y quienes ponen en riesgo los intereses del pueblo.
Las dudas en torno a COSHIKOX
El 12 de septiembre, COSHIKOX denunció públicamente que estaba siendo objeto de una campaña de desinformación y difamación. Frente a esa acusación, emprendimos una investigación más profunda sobre los manejos internos de la organización.
Para ello, hablamos con Glorioso Castro, comunicador y dirigente indígena, quien recuerda que fue el primer presidente (o koshi apo) de COSHIKOX, fundada en junio de 2009. Relata que más de 350 delegados —jefes, autoridades, artesanos, profesores bilingües, estudiantes y sabios— participaron en la asamblea fundacional que otorgó legitimidad a la organización. Sin embargo, su presidencia duró apenas un año y medio. Según Castro, presiones internas y el interés de ciertos dirigentes en convertir la organización en un instrumento de lucro precipitaron su salida. Acusó directamente al “chamán” Guillermo Arévalo y a Mateo Norzi, uno de los directores del SCC, de haber contribuido a la pérdida de confianza de las comunidades shipibo frente a COSHIKOX, organización que, según Castro, carecería de vínculos reales con las comunidades y cuyas decisiones se tomarían desde Pucallpa, lejos de las bases.
Actualmente, el dirigente Lizardo Cauper lidera COSHIKOX. Cauper fue presidente de AIDESEP hasta 2019, cuando Rainforest Foundation Norway (RFN) retiró su financiamiento tras una auditoría que denunció irregularidades financieras: préstamos no declarados, falsificación de informes, apropiación indebida de fondos, entre otros. Cauper ha rechazado estas acusaciones, pero llama la atención que con estas acusaciones a cuestas siga gozando de la confianza de aliados como el SCC.

En el comunicado del 12 de septiembre, COSHIKOX reconoció que, como nuestro medio había informado, “los ingresos generados por el arte de Sara Flores están contribuyendo directamente al fortalecimiento de la autonomía del pueblo shipibo y a la defensa de nuestro territorio”. Sin embargo, hasta ahora la organización no ha presentado informes verificables sobre montos ni auditorías independientes.
Las elecciones fallidas del 2022
Uno de los episodios más polémicos en la historia reciente de COSHIKOX ocurrió en marzo de 2022. La directiva presidida por Ronald Suárez convocó a la Tercera Cumbre Shipibo–Non Ani Tsinkiti, donde debía elegirse, mediante voto universal, a la nueva directiva 2022–2027.
La convocatoria despertó gran expectativa en Yarinacocha y congregó a numerosos participantes. Nuestros informantes nos han señalado que, durante dicho evento, los cuestionamientos a Suárez habrían sido directos: se le acusó de beneficiarse personalmente de los recursos de la organización y de no responder a las necesidades de las comunidades rurales.
Según los comunicados oficiales, los requisitos para integrar la directiva incluían ser shipibo de nacimiento, hablar shipibo-konibo y castellano, tener al menos 35 años, contar con trayectoria de liderazgo reconocida, demostrar honestidad y compromiso, y no tener antecedentes penales salvo por causas de defensa indígena.
Tras la votación, la lista encabezada por Demer Gonzáles y Liliana Gómez resultó ganadora. Pero la victoria no fue aceptada. La directiva saliente vetó a los ganadores y declaró nulos los comicios. Según nuestras fuentes, todo esto habría sido hecho con el aval del SCC, buscando no perder el control de la institución. Sin embargo, esto no ha podido ser confirmado de manera independiente.
En un comunicado emitido el 29 de marzo de 2022, COSHIKOX argumentó que el proceso había sido “irregular” y “revestido de ilegalidad”, aduciendo que no cumplió con los objetivos institucionales. Además, anunciaron que las elecciones serían repetidas el 9 de agosto, pero esta vez limitadas únicamente a socios empadronados, reduciendo drásticamente el carácter universal prometido inicialmente.
Esto abre preguntas inevitables: ¿por qué no se informó desde un inicio que solo participarían socios empadronados? ¿Puede una organización de base tan cerrada presentarse como abanderada del autogobierno indígena? ¿O acaso las ideas de autogobierno están condicionadas por los intereses de sus aliados externos, tratando de satisfacer las expectativas políticas de agendas extranjeras?
Démer Gonzáles, el ganador desconocido, nos dijo que tras esta amarga experiencia y por el bienestar de su familia decidió retirarse de la política y no quiso ahondar en detalles. El secretismo en estos temas y la falta de voluntad de los dirigentes indígenas por declarar a los medios no ayuda a aclarar el panorama.

Guardia indígena de Caimito
El trabajo conjunto de COSHIKOX y el SCC se ha materializado de forma visible en el apoyo a la Guardia Indígena (GI). Aunque su labor de defensa territorial y preparación de dirigentes es indiscutiblemente valiosa, las denuncias de excesos y corrupción no pueden pasarse por alto.
En Caimito, el actual jefe comunal Abner Ancón —apoyado por el SCC— ha sido acusado por colonos menonitas de exigir sobornos para no intervenir en sus actividades. Nuestra investigación ha señalado que Ancón mantiene una deuda de 36 mil dólares con entidades financieras. La tensión en la comunidad ha aumentado: según fuentes de la policía de Masisea, muchos comuneros estarían pidiendo su salida y rechazando la injerencia del SCC en el territorio.
Los cuestionamientos se extienden también a ciertas acciones de la GI. En julio de 2024, en una incursión contra colonos menonitas, miembros de la guardia incendiaron propiedades privadas, sacrificaron animales y pusieron en riesgo a niños. Aunque la deforestación de los menonitas es un problema grave e inaceptable, la respuesta violenta ha sido criticada incluso por comunidades vecinas.
La polémica se repitió en marzo de este año, durante el Primer encuentro de mujeres guardia indígena en Santa Teresita de Casibochoca, Yarinacocha, organizado por COSHIKOX y el SCC, entre otros. Algunas delegaciones denunciaron que los organizadores retuvieron los recursos económicos para su retorno y que los víveres sobrantes fueron retirados en lugar de ser donados a la comunidad anfitriona. COSHIKOX desestimó las denuncias como “calumnias”, pero no presentó pruebas.
Una nación dividida
La intención de nuestro trabajo periodístico no es dividir a la nación shipibo, como ha sugerido Lener Guimaraes, sino reflejar una división que ya existe. Como lo reportó La Voz Ucayalina el 7 de septiembre, la comunidad nativa San Francisco de Yarinacocha —la más poblada del pueblo shipibo— enfrenta una fractura interna con dos liderazgos paralelos, elecciones desconocidas y páginas falsas en redes sociales. El resultado: una comunidad sin dirección clara y con proyectos económicos estancados.
Según diversos testimonios, esta fragmentación se repite en distintas comunidades de Ucayali. El reconocido artista shipibo Bima Inuma lo resume con crudeza: “Las organizaciones extranjeras [como el SCC] no hacen nada por el pueblo ni realizan actividades en las comunidades; todo lo llevan a la ciudad, al igual que algunas organizaciones e instituciones indígenas que dicen representarnos. Muchos de los dirigentes shipibos viven en la ciudad y forman parte de la corrupción o son traficantes de la cultura”.
Hemos tratado de comunicarnos con Lizardo Cauper, para que pueda resolver nuestras dudas. Sin embargo, nos dijo que “no es mi prioridad responder preguntas”. Posteriormente, afirmó que organizará una IV cumbre en la que promete aclarar todas las dudas frente a las autoridades presentes. Antes estas dudas sin resolver y sin aclaración por parte de los implicados, la pregunta de fondo es inevitable: ¿cómo hablar de autogobierno indígena cuando las comunidades están divididas, las organizaciones son cuestionadas por corrupción y los aliados externos parecen influir más en sus decisiones que las mismas bases comunitarias, siempre relegadas y menospreciados?
